domingo, 22 de noviembre de 2009

LEYENDO EN Wooster

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Una de las cosas que más aprecio de la vida en la horrible sociedad capitalista y su sistema de consumo atosigante es la normalidad. La normalidad de, cada sábado y domingo por la mañana, pasar una o dos horas en la cafetería preferida de mi barrio, leyendo el periódico. Claro, he pasado por etapas peores y por momentos mejores, pero esa tranquilidad de la que disfruto cada fin de semana es impagable, y por eso afirmo que me devuelve a una normalidad que sólo puedo comparar con la de mi padre al coincidir con sus paisanos en el Hotel Europa —propiedad de Riestra y Peón— y algunas otras veces en el Hotel París, que era también un punto de reunión de los emigrantes españoles en Camagüey. Por esa simple tontería, por ese hecho nimio, ha valido la pena haber dejado Cuba y la vida que me tocó asumir.

Leyendo en Wooster El País de este domingo doy con un magnífico editorial escrito por Santos Juliá acerca de la permanencia de la ideología comunista. Comparto totalmente su opinión, que termina, lamentable y dolorosamente, con la mención de ese país donde nací y que se presenta como la sustitución ideal (y mucho más cutre) a la Unión de los Soviets. Considero absolutamente importante y de primer orden que, los que por una u otra razón estamos enrolados en la intelectualidad cubana, no cedamos al intento sistemático de desgajar el Castrismo de su todo, el Comunismo. Es evidente que los esfuerzos de una parte de la intelectualidad, tanto dentro como fuera de Cuba, hacia una neutralización ficticia esconde este propósito. La oficialidad de los países comunistas del este europeo no tuvo tiempo para reciclarse y sucumbió mayormente por su propio peso y por ser tan falsa y vana como la ideología que la había creado, pero los veinte años transcurridos han dado tiempo de sobra en Cuba (y esa otra parte de Cuba que ni está dentro ni está fuera, pero que obedece más a la primera por sus propios intereses, ya que es en el único lugar donde se pueden sertir “alguien”) para validar, en la más absoluta y profunda confusión, el who’s who en aras de una prolongada supervivencia y la pretensión de un reconocimiento perdurable por encima de toda realidad y de toda valía.

Reproduzco a continuación el editorial de El País al que hago referencia:

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SANTOS JULIÁ  -  OPINIÓN

Comunismo: memoria y fe

http://www.elpais.com/articulo/opinion/Comunismo/memoria/fe/elpepusocdgm/20091122elpdmgpan_4/Tes

SANTOS JULIÁ 22/11/2009

El comunismo, escribió George Steiner, y no como juicio derogatorio sino como explicación de su fuerza para generar grandes obras de literatura en comparación con la pobreza del fascismo, es una "mitología del futuro humano, una visión de las posibilidades humanas rica en exigencia moral". Los mitos, como las visiones, pertenecen al orden de la fe, de las creencias, y los grandes relatos mitológicos, los que se viven a fondo porque prometen amaneceres que cantan, a la par que suscitan obras de arte plantean grandes exigencias morales. No se puede creer en otra vida y conducirse en ésta como un miserable.

Por eso, mientras el comunismo se organizó y creció como una especie de iglesia portadora de una mitología del futuro, fue una potente maquina de movilización en todos los órdenes de la vida, también en la política. En España, sin ir más lejos, los comunistas, que durante la República no pasaron de la dimensión ni del comportamiento de una secta, durante la guerra civil -como muestran Ángel Viñas y Fernando Hernández en su recienteEl desplome de la República- se convirtieron en el gran partido que pagó el precio más elevado en vidas por su disciplina y su determinación en mantener hasta el final la política de resistencia.

Los problemas del comunismo no surgen, pues, por el hecho de que sus militantes compartan una fe, crean en él, como al parecer vuelve a ocurrir con afiliados de las jóvenes generaciones, un fenómeno que alguna relación debe de tener con el reflorecimiento del espíritu de secta en la iglesia verdadera, la católica. Los problemas surgen, por el contrario, en el mismo momento en que el futuro humano prometido en el mito se hace presente, o sea, cuando los comunistas en lugar de iglesia de creyentes se convierten en iglesia triunfante. En este punto, no se conoce ninguna excepción: el poder comunista, se mire por donde se mire, ha sido siempre un horror. Un horror no como metáfora o cualquier otra figura retórica sino como práctica diaria de bárbaras técnicas de poder.

A esta historia de ejercicio del poder a base de purgas hacia dentro y de terror hacia fuera y al colapso final del gigantesco aparato construido sobre una burocracia de partido y una policía política es a lo que nunca se ha enfrentado en serio el Partido Comunista de España. Tampoco ahora: muy en la línea de no querer mirar de frente su pasado, elInforme al XVIII Congreso -celebrado hace unos días- ofrece del hundimiento de la URSS una explicación pintoresca: saqueadores de fuera y canallas de dentro se habrían repartido todo el botín. A eso se reduce el bagaje marxista de la nueva dirección: a explicar la desaparición de un sistema que llegó a implantarse en media humanidad por el ansia de botín de un puñado de saqueadores y canallas. ¿Canallas en la URSS, en Polonia, en Rumania, en Hungría, en Checoslovaquia, o un canalla sistemático? Y ¿qué saqueaban los saqueadores si con el botín no se podía hacer otra cosa que tirarlo a la basura?

Ah, escriben, pero el intento fue serio y las ideas que dieron vida a los procesos revolucionarios, "eran válidas, son válidas". Hay que leerlo para creerlo: de la seriedad del intento y de la actual validez de aquellas ideas, sostenidas en una fe inquebrantable, deduce el PCE que es preciso intentarlo de nuevo. Y como se trata de una historia insoportable, este resurgir del ideal comunista como mitología de futuro se acompaña, por lo que respecta al pasado, de una llamada a la memoria: que no nos hurten nuestra memoria, dice Centella; y por lo que se refiere al futuro, de una mirada hacia el continente en el que germina una nueva "sociedad de camaradas", América Latina.

En esto consiste todo el cimiento de memoria y fe sobre el que edifica el PCE su llamada a convertirse en "un referente moral, ideológico y político para muchas y muchos jóvenes": primero, en recordar la fortaleza moral y la solidez ideológica de los viejos militantes que lucharon contra la dictadura a la vez que se tiende un manto de silencio sobre lo ocurrido cuando la mitología de futuro, para desventura de millones de seres humanos, se convirtió en poder del presente; y segundo, y puesto que la URSS dejó de ser faro y guía "hace una eternidad", en dirigir la mirada a "los procesos anticapitalistas de poder popular" de Latinoamérica. Todo lo cual queda resumido en la consigna: "Socialismo, con mayúscula y sin complejos", que el nuevo secretario general recita como mitología de futuro de la nueva generación antes de emprender su peregrinaje a Cuba.

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No considero de suficiente interés extenderme en consideraciones sobre la crónica de Mauricio Vicent acerca de los últimos incidentes alrededor de Yoani Sánchez y su esposo (http://www.elpais.com/articulo/internacional/Dias/infarto/Yoani/Sanchez/elpepuint/20091121elpepuint_2/Tes), ya que, como se sabe, Mauricio Vicent sólo escribe de lo permisible y lo permitido.

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viernes, 20 de noviembre de 2009

Escepticismo

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Yes No Maybe

No sé... ¿realmente tengo que creerme que el presidente de los Estados Unidos de América, Sr. Barack Obama, se va a poner a hablar de tú a tú con la Sra. Yoani Sánchez como si se tratara de Barbara Walters? (http://zoevaldes.net/2009/11/20/la-intermediaria/) (http://zoevaldes.net/2009/11/19/respuesta-de-obama-a-yoani-charlie-bravo/)

Cuba no entra dentro de sus grandes problemas y preocupaciones: para eso tienen de sobra con Afganistán, Pakistán, Irán, con perdonar los muertos y los derechos in-humanos a China porque con esa sonrisita boba que tienen han llegado, con paciencia y con saliva, a convertirse en los banqueros del Imperio, cosa que celebran todas las mediocridades del mundo (pero esperad a que China ocupe alguna vez el liderazgo mundial...)  ¿Y este señor se va a poner a hablar, o a chatear, o no sé qué, con una zapinga que de un mero blog que parecía sincero, orgánico y creíble, ya va camino de convertirse en "una institución"?  ¿En un país --o flecos de un país-- donde por mucho que hayan cambiado las cosas  (entonces Human Rights Watch no tiene ninguna razón, ¿no?), lo espontáneo existe o bien porque ya está detallado y controlado desde Arriba o porque en un desliz insospechado y no previsto --y digo "uno" y no la consecución repetida, avanzada y perfeccionada de esa aberración individualista--, un acto de clara desobediencia civil (y, por tanto, política y "revolucionaria"), irrumpe en el escenario y se convierte en una sorpresa?  Un blog del cual al principio de hacer su aparición en el éter, se mencionaban frecuentemente las vicisitudes que vivían sus "webmasters" intentando pasar inadvertidos de hotel en hotel, disfrazados, con pelucas tan famosas como las de Carrillo en España, y hoy por hoy parece que se han multiplicado y ni comen ni duermen sino que todo su tiempo lo dedican a sus bitácoras.  ¿Es Yoani la manifestación actual de Wonder Woman que después de subir catorce plantas, todavía tiene ganas de sentarse ante la pantalla de un ordenador?  Pero si supuestamente, en su casa no tiene acceso a internet.  Aunque en Cuba se viva muchas veces del aire, ¿de dónde sale el dinero? ¿tienen criados que les hagan las colas y persigan los comestibles? ¿Cómo, cómo, cómo?

Una cosa es que crean que uno es bobo, pero ofender la inteligencia de la empleomanía de esta manera es un abierto menosprecio.

Por último, comprendo (y admito) que YS y afines no tengan ningún interés en ser mezclados con esa disidencia mucho más burda, que se les antoja como la versión actualizada de "la gusanera revuelta".  Eso viene a ser el vulgo, y ellos son la élite ilustrada.  Eso mismo, exactamente eso mismo ha sucedido y sucede con intelectuales que hoy viven fuera de Cuba.  No hace falta asombrarse de la distancia de un grupo frente al otro y de que ambos ignoren el papel o lo que hace el otro.  Quizás las cosas tengan algo que ver con los antecedentes familiares y cómo llevaron antes sus vidas.  Para llegar al reconocimiento oficial en un país comunista, sobre todo cuanto más alto es éste, tiene que haber mucho más que talento  --incluso puede que éste sea contraprudecente--.  A veces pienso que a quien más corresponde intentar variar la vieja, aburrida y patética realidad cubana, es a los que expían antiguas glorias, ya sean propias o familiares.  Definitvamente, yo NO.

(C) David Lago González 2009

 

miércoles, 18 de noviembre de 2009

Les diaboliques & Cinderella

 

diab_tit_r2 Anoche, o sea, la noche de anoche, TVE1 presentó algo así como el estreno mundial de un documental realizado a Juanita Castro con motivo de su libro sobre la familia a la que tiene la suerte de pertenecer.  El aporte de la hermanísima a la memoria histórica me pareció tan sumamente pobre, tan soso --y tan sosa ella--, tan de andar en zapatillas por el Floridita room de cualquier casa de Miami, que me aventuro a sospechar que hasta puede haber sido comprado por el gobierno de sus hermanos para su pase en la televisión española, y favorecer aún más la de sobra sabida y reconocida inteligencia perversa de Les Diaboliques.  Contrastada con el dúodisney-cinderella maquiavélico, viene a ser como una cinderella todavía más insulsa que la muñequita de Walt Disney.

Su forma de describir su paso por la CIA  --previa o posterior aclaración de que nunca se "vendió" a la agencia de espionaje norteamericana  (quiso decir que nunca cobró por sus servicios, sino que lo hacía por deber cívico y patriotismo)--  pone de manifiesto el desastre que siempre ha sido esa institución con respecto a la Gran Política Estatal cubana y cuánto esta última magistralmente aventaja a la primera.

De pena, compañeritos y compañeritas.

Por otra parte, me sentí tan lejos, pero TAN LEJOS, que preferí hacer el zapping final hacia el debate de TeleMadrid.  En el fondo me alegré porque me di cuenta que tenía mucho más que ver con la realidad que vivo, que con la de aquel país en el que nací.  ¿A quién le importa, a estas alturas, que Les Diaboliques sean, o hayan sido alguna vez, humanas?

David Lago González

 

domingo, 15 de noviembre de 2009

El pecado de la confusión

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La caída del muro: tópico o justicia

Alexander Solzhenitsin, Andrei Amalrik, Jean-François Revel o Juan Pablo II anticiparon el final del comunismo y del poderío soviético. El 'milagro' de la desaparición del muro resultaba inevitable

BERNARD-HENRI LÉVY 15/11/2009

 

Estamos construyendo un nuevo mito: el de la "caída-del-muro-que-nadie-había-previsto".

Porque, seamos serios...

¿Que nadie sabía en qué momento exacto se produciría el acontecimiento?, indudablemente.

¿Que el guión mismo del episodio y la conjunción de causas y circunstancias que terminaron desencadenándolo siguen siendo enigmáticos a día de hoy?, de acuerdo.

¿Que la forma de esta revolución no fue diferente de la de todas las revoluciones, las de verdad, las que desgarran la trama de los días e interrumpen el curso de las cosas?, ¿que ninguna explicación histórica puede dar cuenta cabalmente de ella, puesto que dimana de algo cuya aparición interrumpe siempre, y por principio, la lógica histórica normal?, ¿que hayamos sido testigos de una especie de milagro por el que los pueblos de las pequeñas naciones de Europa central retiraron las riendas de la historia a las grandes potencias y recuperaron el control de sus propios destinos?, es evidente.

Pero concluir, basándose en esta evidencia, que asistimos a aquel espectáculo en un estado de completo estupor; inferir del hecho cierto de que el acontecimiento no era predecible la idea falsa de que era inimaginable; en resumen, concluir del carácter extraordinario de aquel giro copernicano que el mundo entero se había tragado el cuento de un sovietismo imperecedero, no se atiene ni a la verdad de los hechos ni a la memoria de los que tuvieron la suerte de vivir aquel momento sin precedentes.

Yo recuerdo a los escritores que, de Chalamov a Solzhenitsin, anunciaron muy claramente que un día el comunismo se desmoronaría.

Recuerdo a esos hombres y mujeres a los que llamábamos "disidentes" y que, como Andrei Amalrik —que ya en 1970 publicara un libro con un título inequívoco:¿Sobrevivirá la URSS a 1984?—, sólo dudaban sobre la fecha.

Recuerdo a los intelectuales que, en Occidente, transmitían las palabras de esos disidentes y daban así nuevos bríos a un antitotalitarismo cuyo mensaje venía a ser que la desmitificación de la impostura no era sólo deseable, sino probable y, a más o menos largo plazo, inevitable.

Recuerdo a un ensayista, Cornelius Castoriadis, que, en uno de sus últimos libros, Ante la guerra, veía en la hipertrofia del aparato militar soviético, en su crecimiento exponencial, delirante, metastásico, un síntoma del cáncer que corroía el sistema, y lo daba por desahuciado.

Recuerdo —por limitarme a los desaparecidos— a otro ensayista, mi amigo Jean-François Revel, a quien no le habría entristecido tanto la "tentación totalitaria" en las democracias, la "gran cabalgata" a la que éstas se entregaron para complacer a los hombres de piedra de un sovietismo a su vez petrificado, su lamentable, suicida e incomprensible cobardía, si no hubiera sido consciente de la agonía del régimen.

Recuerdo a Michel Foucault repitiendo una y otra vez que toda formación discursiva y política tiene una fecha de nacimiento y, por tanto, una fecha de defunción, y que, un día, esta formación terminaría muriendo como todas las demás.

Recuerdo a Juan Pablo II, que, cuando evocaba la aparición de la Virgen María anunciando, ya en 1917, la muerte del sovietismo a los tres pastores de Fátima, nos decía sin rodeos que esa hora tan esperada no estaba lejos.

Recuerdo a esas gentes sencillas con las que me encontré durante mis viajes por Checoslovaquia, Polonia y la URSS —anteriores a 1989— y que cada vez se dejaban engañar menos por una mistificación que sólo se mantenía en pie gracias al miedo que inspiraba o a la abulia de un mundo libre traidor a sus propios valores.

En otras palabras, estamos confundiendo alegremente dos cosas.

Cobardía y afasia.

El hecho de que no quisimos escuchar y el hecho de que nadie dijera nada.

Estamos confundiendo la actitud de los Kissinger, Brandt o Giscard d'Estaing, que tantas veces cerraron la puerta en las narices a los réprobos del Este; la de Thatcher o Mitterrand, de los que hoy sabemos que, hasta el último momento, hicieron todo lo posible por impedir la reunificación alemana y por salvar lo que se pudiera del antiguo orden (sólo Felipe González estuvo a la altura del acontecimiento, según confesaba recientemente el mismo ex canciller Helmut Kohl); y, por fin, la de un clero intelectual del que es exacto decir que, en su inmensa mayoría, y tanto en España como en Francia, no vio nada criticable en el escándalo que instalaba a media Europa en un espacio, un tiempo y una civilización definitivamente distintos; estamos confundiendo todo esto, decía, con el aparente mutismo, el largo y sordo rugido de los pueblos que, sobre el terreno, lo habían comprendido todo hacía mucho tiempo y sólo esperaban a que alguien prendiese la mecha para atreverse a decir que el rey —es decir, la dictadura— estaba desnudo.

Esta confusión es más que un error, es un pecado.

Es peor que una leyenda, es pura desinformación.

Y, en tanto que desinformación, lejos de disipar la mentira, la hace vivir de otra forma.

Así es como borramos, en las mentalidades, décadas de historia del pensamiento y de lucha.

Y así es como preparamos el porvenir —el frustrante porvenir— de una historia reescrita, amañada, revisada.

Basta, sí, de banalidades y tópicos conmemorativos repetidos ad náuseam; y loor a aquellos que vieron venir el derrumbe y lo precipitaron.

Traducción de José Luis Sánchez-Silva.

http://www.elpais.com/articulo/opinion/caida/muro/topico/justicia/elpepusocdgm/20091115elpdmgpan_1/Tes

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NOTA DEL BLOGGER: Suelo sentirme bien leyendo los artículos del intelectual francés. Y estoy absolutamente de acuerdo con lo que se expone en éste que hoy sale publicado en El País.

Hay algo peligrosamente amañado en los faustos por el vigésimo aniversario de la caída del Muro de Berlín. Hay cierta intención malsana en querer reducir el desmoronamiento del comunismo (y/o socialismo) real a la alegría de la reunificación de las dos Alemanias. Da la impresión de que esto último fue lo más importante, y ese milagro de la sorpresa inesperada —pero ansiada— fuera el motor de lo inconcebible. En estas fiestas, no sólo la Cuba comunista y fosilizada y orgullosa sucesora del papel hegemónico imperialista que tuvo la URSS en Europa trasladado a la América hispano-hablante, la acartonada Corea del Norte, la peligrosamente loada China comercialmente expansionista, han estado ausentes y olvidadas de los discursos, o apenas rozadas muy de lejos, sino que se ha producido una evidente falta de respeto hacia el resto de los países europeos que se consideraban bajo el epíteto aclaratorio de “satélites soviéticos”, y asimismo hacia la propia ex-Unión Soviética. Esta simplificación facilita sobremanera la llama sempiterna de “la lucha de la clase obrera” en nombre de la cual se iluminó el fanatismo para reducir la razón a una oscuridad implacable. Murió ese comunismo “real”, pero el teórico y utópico está muy lejos de desaparecer, y en una danza frenética de confusiones e intereses mezquinos asume la labor del zapador con dedicación y paciencia.

Esperar para ver.

David Lago González

Suspicious minds

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MOISÉS NAÍM

Déspotas virtuales

MOISÉS NAÍM 15/11/2009

El Comité para la Promoción de la Virtud y la Prevención del Vicio ya tiene 500 miembros y está creciendo rápidamente. Lo puede encontrar en Facebook, el sitio de Internet donde todo es posible. Ahora les cuento más sobre el Comité Antivicio. Sitios como Facebook ayudan a reencontrar viejos amores y a hacer nuevas amistades, a organizar fiestas y buscar trabajo. También sirven para luchar contra las dictaduras, denunciar a políticos corruptos o recaudar fondos para salvar la vida de un niño enfermo. Con sus 300 millones de usuarios que se comunican en 68 idiomas, Facebook es el más popular de los nuevos vehículos creados gracias a Internet. Los micromensajes enviados por Twitter, los blogs, YouTube, Flickr y otras tecnologías similares también están cambiando el mundo. Es tentador pensar que todo esto no puede sino tener efectos liberadores y positivos. Los monjes budistas de Myanmar (antigua Birmania), los estudiantes antichavistas de Venezuela o los opositores a Ahmadineyad en Irán han potenciado su impacto político con estas nuevas tecnologías. Las utilizan para reclutar nuevos miembros, coordinar sus actuaciones, mostrar los abusos de los déspotas, llevar a miles de personas a la calle o recaudar fondos. La Red es buena para la democracia y mala para los dictadores.

¿Estamos seguros de esto? No. Evgeny Morozov, uno de los más lúcidos analistas del impacto político de Internet, nos recuerda que "la historia demuestra que las nuevas tecnologías suelen ayudar a todas las fuerzas políticas por igual, no sólo a las que tienen las intenciones más nobles o democráticas". A pesar de esto, la suposición dominante es que los Gobiernos, especialmente los más autoritarios, están perdiendo terreno frente a redes de activistas cibernautas hambrientos de democracia. Pero la realidad es que Gobiernos como los de Rusia, Irán, China o Cuba ya no se limitan a leer subrepticiamente los correos electrónicos de sus ciudadanos, a bloquear el acceso a ciertos sitios de Internet, censurar la búsqueda en la Red de palabras o nombres de personas u organizaciones disidentes o simplemente suspender temporalmente el servicio de telefonía celular. Todo esto sigue pasando, pero las tiranías también aprenden y los Gobiernos autoritarios ya no son los cibertontos que eran tan sólo hace un par de años. La nueva sofisticación en el uso de Internet con fines represivos es espeluznante. El Gobierno chino cuenta con 280.000 personas dedicadas a identificar chats donde se discuten temas que el régimen cree inconvenientes. Estos funcionarios intervienen en los chats presentándose como simples participantes. Pero su misión es la de sabotear la conversación, introduciendo otros temas, confundiéndola o abrumándola con una avalancha de mensajes. El Gobierno les paga 50 centavos chinos por cada palabra que escriben. En Rusia, el Kremlin financia nuevas empresas de Internet que diseminan mensajes de apoyo al régimen o que sabotean los sitios en la Red que lo critican. Recientemente, un jefe policial en Moscú reconoció que él y sus colegas son ávidos lectores de los mensajes en Twitter. "Eso nos permite enterarnos de lo que está pasando, quién está diciendo qué, conocer sus planes y reaccionar inmediatamente", dijo.

Internet ha dado más posibilidades y aumentado la agilidad de los activistas democráticos, pero también les ha dado nuevos y poderosos instrumentos represivos a los regímenes autoritarios. Según Morozov, "el activismo en Internet es más fácil de estudiar y controlar que el activismo físico y en la calle. ¿Cuál es la ventaja de lograr, gracias a una convocatoria vía Twitter, que 100 jóvenes activistas iraníes se concentren en una plaza a protestar si el Gobierno lee esos mismos mensajes y así se entera de quiénes son estos jóvenes?". Además, los Gobiernos hoy pueden comprar las más avanzadas tecnologías para intervenir comunicaciones telefónicas o mensajes electrónicos, detectar patrones de conducta y estructuras sociales en la Red, así como penetrar los ordenadores de sus enemigos políticos.

Crecientemente, los activistas internautas terminan apaleados o encarcelados y, sin quererlo, sirviendo de valiosos colaboradores del régimen al suministrarle a través de los mensajes electrónicos interceptados los nombres e intenciones de sus aliados. Los cibertontos de hoy ya no son los Gobiernos autoritarios, sino los activistas cuya pasión por la libertad y desesperación ante los abusos de los tiranos los lleva a fiarse demasiado de la privacidad de sus comunicaciones vía Internet. ¿Y el Comité para la Promoción de la Virtud y la Prevención del Vicio? Es la iniciativa en Facebook de la policía religiosa de Arabia Saudí.

mnaim@elpais.es

http://www.elpais.com/articulo/internacional/Despotas/virtuales/elpepiint/20091115elpepiint_10/Tes

NOTA DEL BLOGGER: Tengo entendido que este periodista que escribe para El País reside en París. Otras veces he hecho referencia a sus artículos de opinión porque me han parecido muy acertadas sus reflexiones. En este artículo suyo publicado hoy domingo, pongo en rojo el color de fuente de un fragmento del mismo que me parece harto conocido y que he visto frecuentemente repetido en blogs como los de Zoé Valdés (sobre todo, el antiguo), Ernesto Hernández Busto (Penúltimos Días), Margarita García Alonso (Chiquita Mala, DiMarga Code) y otros varios. Cuando he visto esos comentarios que nada tienen que ver con el tema del post, he pensado justamente en una maniobra para desvirtuar y desviar el interés. Menos mal que, de vez en cuando, me encuentro con gente con voz que expone al ojo público las sospechas de mi paranoia.

David Lago González

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RECTIFICACIÓN:  El Sr. Moisés Naím me hace saber, por mensaje personal, que él no vive en París.

viernes, 13 de noviembre de 2009

Intentan atacarme

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Los Chicos Malos, seguramente mercenarios al servicio de alguna potencia extranjera, llevan algún tiempo intentando atacar mi espacio del éter global.

Mensajes sobre pastillas para la disfunción eréctil como Viagra y Cialis se suceden repetidos e incontrolables, en un post del año pasado sobre el Foro Atlántico que se realizó en Madrid.  También comentarios en inglés y español que no tienen sentido a lo largo de diferentes posts, hasta ahora nada ofensivo, solamente extraño.

¿Quién será?  ¿Quién será la que me quiera a mí? ¿Quién será?  Decía una canción cubana, creo que un son.  ¿Vendrá con buenas intenciones?  ¿Seré atacado de nuevo por un virus mortal?  Oh, aciago destino, que en la inconsistencia de la libertad intentas imponer la consistencia rotunda del silencio...

miércoles, 11 de noviembre de 2009

DAVID LAGO GONZALEZ - Caminando a lo largo del Muro

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Anoche, en el programa "Documentos TV" de RTE Canal 2, pusieron un documental interesante que trataba, principalmente, sobre un grupo de disidentes de la antigua RDA, antes y después del Muro.  Realmente no sé y creo que no se explicaba en qué consistía su disidencia, salvo en el sentido de ser conscientes  --detesto esta palabra, lo juro--  de que no eran comunistas y no jugaban a serlo.  Se reunían en una iglesia episcopal en Berlín, recinto lleno, lo que podría servir de pretexto para que cualquier persona que no haya experimentado las mieles de tal ideología convertida en forma de gobierno, piense y diga y ponga en duda toda la represión y la atmósfera opresiva agobiante que dicha manera de dirigir al rebaño genera automáticamente.  Pero los que hemos vivido en un país comunista sabemos perfectamente que el absurdo no sólo es posible, sino también inherente al sistema.

Bien, el documental los presentaba antes y después, con filmaciones de ambos momentos.  Giraba alrededor de un disidente, que fue detenido junto con su esposa, y a los pocos días expulsados a Occidente.  Luego regresaba clandestinamente, antes de La Caida, pasando inadvertido o confundido entre otros la misma verja en el muro por donde poco antes había sido expulsado.  Se reunía con los demás en la iglesia.  Formaban un grupo, parece que bastante numeroso, que se llamaba Forum no-se-qué y que antes de la caída ya había renunciado a presentarse como posibilidad política en cualquier potencial cambio debido a que en realidad no contaban con un proyecto de gobierno.  Honestidad y modestia.  Todavía tengo en la retina su encuentro con una pareja amiga dentro de la iglesia, y la cara de estupefacción del que permanecía en Berlín Este diciéndole "pero no me lo puedo creer, que tú estés aquí, no me lo puedo creer" y se pasaba la mano por la barba lentamente como calibrando el grado de realidad.  Además, llevaba un jersey (no recuerdo cómo se llamaba esa prenda en Cuba... creo que "sueter" --que, naturalmente, viene del inglés "sweater" o "sudadera" en España) escuchimidizo, de esos pobrecitos y que dan tanta lástima como el traje completo y la maletica que nos poníamos los cubanos para salir definitivamente del país y llegábamos así a Barajas como si fuéramos habitantes del fin del mundo.  Además, el berlinés se me parecía a Raúl Parrado y se me hacía tan familiar su estampa y sus gestos que también me era doloroso verlo.  ¡Por Dios!  Toda aquella gente tenía tanto que ver con lo que éramos nosotros en los años 70, las mismas melenas todavía, la misma mirada triste y extraviada tras un horizonte que la cerrazón nos obligaba a pervertir con la esperanza de ser oídos y de que alguien, alguna vez, del lado de allá, pensaba en nosotros.

El disidente protagonista vuelve a pasar al Este y se instala allí definitivamente.  El documental alterna con su regreso al Oeste, justo ahora, a los veinte años de aquel incidente que cambió sus vidas para siempre.  Visita a los amigos, a otros colegas de los tiempos rebeldes.  Algunos han rehecho sus vidas.  Con su hijo, un joven ya crecido y hecho en el Berlín occidental, visita la cárcel donde estuvo, hoy convertida en museo.  También la sede de la antigua Stasi, que conserva una cantidad abrumadora de expedientes que cada interesado puede ahora verificar personalmente.  Archivos de la miseria humana, de la gratuidad, de la arbitrariedad, de la maldad, que esa ideología en teoría y en práctica hace evolucionar a absurdos niveles de horror.  También visita a un amigo que era cocinero en un hotel y restaurante donde solía reunirse los detentores del poder, incluida, claro está, los miembros de la Stassi.  En aquellos viejos tiempos, este amigo le suministraba comida a través de una ventana.  Lo delató un infiltrado en el grupo del Forum y fue enviado a la cárcel; mostraba a la cámara una foto del personaje malvado sentado delante de un cartel con la palabra "Glasnot"; la foto se la había tomado él mismo, a instancias del otro.  Pero la vida le deparó un doble castigo: bajo el comunismo lo perdió todo con la cárcel, en la unificación no le reconocieron sus años de trabajo en el restaurante de los poderosos ni sus años de prisión, quedando a subsistir de una pensión miserable.  Su imagen era la de un hombre alto, mayor, con largos pelos blancos, embuido en una larga gabardina negra, como un homeless hippy, como el Caballero de París.

"Al menos ahora no lloramos cuando nos vemos", comenta el protagonista, sonriendo levemente a la cámara.

(C) David Lago González, 2009.

domingo, 8 de noviembre de 2009

MOLESKINE dominical

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(donde hablo de El País y el país, del Muro de Berlín, del fin del comunismo y de la necesidad de quien escribe de tomarse un “break” en el mantenimiento de sus blogs)

El País hoy viene cargado. Parece dar una de cal y otra de arena. No creo realmente que sea imparcialidad ni honestidad informativa, sino más bien un fiel reflejo de los tiempos que vivimos en los que todo se da por aceptable, a excepción de la Iglesia Católica y el Nazismo (y cualquier cosa considerada “fascismo” por personas que no creen necesario incluir en esos “ismos” al comunismo). Es un tiempo donde todo el mundo habla de democracia y libertad, incluso desde la misma negación de las dos. Es un tiempo de crisis, no solamente económica. Inocencia, cinismo, oportunismo, ingenuidad, igualdad, exclusión, y cientos de hierbas más, parecen darse la mano, por lo que resulta difícil medir el grado de hipocresía. Hipocresía ¿consciente o inconsciente? Incluso ¿irracional? Declaro que me siento abrumado.

Eso es parte de El País. A continuación de la primera plana, se despliegan dos páginas completas dedicadas a la vida cotidiana del Fidel Castro retirado a un complejo (sin complejo) llamado Punto Cero (¿algo en común con la Zona Cero o pura consecuencia de la globalización, gracias a la cual puedes comprar la misma variedad de orquídeas en Madrid, Philadelphia o Tokio?). En la tercera página, una columna sobre una golpiza a Yoani Sánchez. Más adelante, prostitución, delincuencia y menudeo de droga en las calles aledañas a la Gran Vía madrileña, con la misma impunidad que en los años 80 (justamente anoche recordaba yo esto con mi familia brasileña, mientras nos dirigíamos al Barrio de las Letras). Y, además, lo que parece ser un interesante y nutrido dossier sobre la caída del Muro de Berlín y la unificación de las dos Alemanias. Habrá que leerlo todo, aunque confieso que las dos páginas escritas por Mauricio Vicent se me resisten.

El país —me refiero a “mi” país, España, donde llevo ya viviendo casi la mitad de mi vida— y, más concretamente, Madrid, siguen el mismo curso de lo descrito en el párrafo anterior pues realmente no sé cuál es reflejo de cuál o de qué. En la cafetería del barrio a la que suelo acudir siempre (y que antes fue un antro famoso de la bohemia porrera y heroinómana llamado El Bulli) logré arrinconarme en una mesa a la entrada, al lado de una familia alemana de tres personas (madre, padre e hija). Eso y toda la barra de por medio logró protegerme de los ducados y los fortunas y el apestoso y agobiante humo que espero y confío que nuestra actual Ministra de Sanidad tenga a bien eliminar con mano de hierro (es posible que si lo logra, me convierta entonces a la religión del PSOE en agradecimiento por tal hazaña), pero resultó que la mesa donde desayunaba y repasaba El País (desde el país) había estado ocupada por dos sujetos que —se descubrió después— habían robado el bolso de la alemana madre, con su pasaporte y demás cosas. Realmente me dio tanta pena y sentí tanta vergüenza que les pedí perdón como español por lo que les había sucedido, y estuve a punto de pagarles la consumición —detalle que no tuvo en cuenta el dueño del local— para que se volvieran a Alemania con una especie de pequeña compensación por los daños sufridos en España. Desgraciadamente, mi economía no está para esos menesteres y tengo que preocuparme por comer mañana y pagar las deudas y los gastos del mes.

De vuelta a casa me puse a escribir estas reflexiones. Estoy tan seguro que muchos de los que festejan ahora los 20 años de la caída del muro de Berlín y les sigue pareciendo horrible la invasión soviética que terminó con la llamada “primavera de Praga”, también festejan que la isla de Cuba siga siendo un baluarte del comunismo y que la imagen de sus intocables artífices (Fidel Castro, Ernesto “Che” Guevara, antagonistas entre sí) sea eternamente venerada. ¿Hipocresía? ¿Confusión? ¿Inocencia? ¿Un virus lobotómico? Qui lo sait?

Busco entre mis textos lo que escribí referente a un trayecto en taxi que hube de dar por aquellos días y que retrata la consideración popular española sobre esos hechos y la conexión con nuestra (como cubano) historia reciente. Pondré link o lo reproduciré literalmente, aunque creo que ya fue colgado en el Penthouse de Heriberto (http://theplacewherenothingisreal.blogspot.com/2009/02/iracundia.html).

Hace veinte años visitábamos casi a diario a mi amigo Rogelio Quintana, por entonces internado en una clínica a las afueras de Madrid. Yo iba por mi cuenta, pero también alquilábamos un taxi y nos trasladábamos con mi madre y mi compañero de entonces, y pasábamos allí las tardes dominicales. Recuerdo el entusiasmo de una amiga de Rogelio (una chica muy joven que creo que era hija de padres cubanos), con el conteo de las noticias que en tiempo real se sucedían atropelladamente. Inconcebiblemente. Recuerdo que mi sentimiento era una rara mezcla de extrañamiento, perplejidad, tristeza y alegría, e incertidumbre, y miedo, mucho miedo; seguía sintiendo mucho miedo porque todo, de alguna manera, volviera al punto inicial en que por hastío la gente se había puesto a caminar hacia occidente, no sólo desde Berlín sino desde todo el este europeo. Miedo por lo que tiempo después pasaría con el intento de golpe de estado de los coroneles soviéticos y el secuestro de Míjail Gorbachov (y que, felizmente, diera paso a aquel loco maravilloso de Boris Yeltsin subido a un tanque, que con posterioridad llevaría a cabo la idea más brillante de la segunda mitad del siglo XX: la prohibición del comunismo, y que, por desgracia, poco tiempo duraría en activo). Por entonces, escribí un poema cuya versión final terminó incluida en La Resaca del Absurdo (libro publicado por Editorial Betania, Madrid 1994) y, no sé por qué razón, yo, que no soy arenista ni amigo ni especial admirador ni lo considero el más genial escritor cubano, pensaba en Reinaldo Arenas mientras hacía ese poema, este poema que ahora copio aquí:

1984 revisado

Si el pulso de la vida finalmente volviera a vibrar

bajo los mismos acordes que conocíamos antaño

y recobrara también nuevamente la ilusión y el desdoblamiento.

Si volviéramos a dominar las palabras,

a meter los gestos en una saca oscura y a pensar

que, de mostrarlos a la luz, se convertirían en blancos conejos

con ojos de rubí que correrían libremente lejos de nuestras manos,

que para ellos representan el rigor de un guardián

que vigila noche y día el cosquilleo de sus hocicos,

el sospechoso nerviosismo de sus patas,

la escurridiza y por tanto oscura y peligrosa mirada

que atraviesa los alambres de cientos de jaulas

apiladas ordenadamente desde la tierra al cielo

a todo lo largo y ancho de la infinita taiga de nuestro mundo.

Si volviéramos a ser nuestros propios carceleros,

o criticáramos otra vez nuestra desmedida costumbre de soñar

o ese mal hábito al caminar teniendo en cuenta que no dejamos caer el talón

lo suficientemente fuerte sobre el pavimento, hundiendo el asfalto si es posible,

como si nuestros pies fueran orugas de tanques,

maquinaria pesada también con corazón pesado —recordar el Kral Majales*—

que acaricia nuestro pecho con pólvora protectora.

De nuevo cometeríamos el patético error de pensar

que la libertad es algo mágico, trágicamente poético,

y no un simple pestillo para que el coneja salga de su jaula

mientras lobos y comadrejas acechan sus leves y siempre dudosas pisadas.

Y creeríamos una vez más que con la libertad basta para ser felices.

Volveríamos a ser niños extasiados ante un artilugio

que al colocarse sobre el papel escribe nuestros nombres,

y eternamente jóvenes, envejecidamente jóvenes,

melodías que son sólo fondo recobrarían la superficie

y serían más vitales y definitivas que la vida y la muerte.

Incluso volveríamos a ser poetas y cada verso tendría el encanto

de la sangre contenida, de un amor no declarado,

de una palabra que en realidad quiere decir otra,

y nuestra vida levitaría entre la magia y el cataclismo,

entre nuestro hermoso, escondido y tembloroso corazón

y la mediocridad y el aburrimiento que estampa sellos

en nuestros imprescindibles papeles oficiales.

Ocultaríamos los libros prohibidos para pasarlos de mano en mano

como si deleitáramos cómplices opios,

y al cerrar nuestros ojos —y aún con ellos bien abiertos,

si sólo nos separáramos un poco de la manada—, viajaríamos tanto,

tan atribulada y vehementemente,

desde Venecia a Pasadena, desde Lisboa, Madrid, Paris,

hasta el fin de todo mundo imaginable,

como unos sempiternos turistas despechados por el transcurso de la historia,

que ningún otro viaje real jamás podría comparárseles.

Y si alguna vez el pulso de la vida volviera a quedar sin control

y la libertad perdiera su magia y se convirtiera en algo despiadado

y tuviéramos que llegar a ser una sola y única persona

que dijera lo que piensa e hiciera lo que pudiese,

entonces, en el momento más inesperado,

en el día en que nos dejemos fluir como un río

de aguas que candorosamente han creído haber olvidado,

nos volvería, como la resaca del absurdo,

un sabor amargo por el que sabríamos

que nunca jamás podríamos igualarnos a la liebre del campo:

nosotros, patéticos conejos que una vez fuimos enjaulados.

.

(Madrid, 19 de agosto de 1991)

© 1991 David Lago González

*Allen Ginsberg

-o-

Y, por último, con este “moleskine dominical” u “hoja pastoral”, como quieran llamarle, aviso que preciso retirarme un tiempo del vicio de los blogs (El Penthouse de Heriberto y Strawberry Fields Forever) para poner en orden mi casa, mi vida, mis pensamientos, mis lecturas y mi necesidad urgente de escribir otras cosas. Con los blogs practico una especie de “onanismo creativo” que me exige complacerme antes a mí mismo dando un resultado de texto, imagen y presentación que nos satisfaga mejor a todos. Y tanto una cosa como las otras ocupan una misma cantidad de tiempo.

© 2009 David Lago González

sábado, 7 de noviembre de 2009

LOS DESMANES DEL COMUNISMO CUBANO y la cobertura mediática

 

Esfor_o_e_sacrificio

Justamente a dos días de celebrarse el 20 aniversario de la caída del Muro de Berlín, aquel mismo comunismo cuyas víctimas europeas han sido admitidas discretamente y por lo general siempre con apaños y justificaciones o relativizaciones, aquella misma ideología y métodos siguen vivos en Cuba, paraíso del turismo sexual y de la recherché de temps perdu inversionista y capitalista española.

La famosa "bloguera" Yoani Sánchez, que tiene su propia valía pero cuya proyección mediática internacional me parece un tanto inflada al estilo "boom inmobiliario" (también español), ha sido obligada, en compañía de algunos amigos, a introducirse en un coche de la policía cubana, y, según manifestaciones suyas que reproduce El País, ha sido retenida y golpeada.  No hace falta decir --aunque lo digo--  que todo ello me parece condenable, y reseñable, ampliable, comunicable, pero tanto o igual como debiera ser el acoso domiciliario a disidentes y las golpizas y deleznables actos de repudio (preguntar a Zerolo cómo se sintió cuando aquellas señoras emperifolladas le gritaban "maricón" en plena calle) y demás vejámenes, abusos, excesos y crímenes que siguen sucediendo en Cuba impunemente.  ¿Por qué unos excesos son expuestos en los periódicos y otros no, incluso cuando son más graves --aun cuando detesto ponerme a medir la intensidad o importancia de la violencia represiva--?  ¿Qué rige al mundo de la información?  ¿Quién manda en esto de señalar una noticia y omitir otras que pasan en el mismo lugar de los hechos?  ¿Por qué unos sí y otros no?  ¿Es el derecho a la información una enfermedad: si te toca, te tocó y ya está, y si no te tocó, nadie se enteró?

No me dedico a reseñar la cotidianidad del país donde nací, pero pueden encontrar abundante información al respecto en blogs como el de la escritora Zoé Valdés y otros muchos.

Ojalá que cuando caiga el comunismo en Cuba (se escuchan risas de fondo), pueda escuchar a Bono (U2) cantando One Love desde la Plaza de la Catedral.

David Lago González, 2009.

 

-o-

 

La bloguera cubana Yoani Sánchez, retenida y golpeada

La ganadora del premio Ortega y Gasset, que fue puesta en libertad a los 20 minutos, afirma que fue maltratada "física y verbalmente" por la Policía

EFE - La Habana - 07/11/2009

La bloguera cubana Yoani Sánchez, ganadora de varios premios internacionales, ha afirmado que fue retenida durante veinte minutos y maltratada por policías cuando se dirigía a una manifestación en favor de la no violencia.

Sánchez ha relatado que iba caminando por una calle de La Habana con otros blogueros cuando fueron interceptados por agentes de la seguridad del Estado que les pidieron que les acompañaran, a lo cual se negaron y exigieron que les mostraran órdenes de arresto.

Al resistirse los blogueros, los policías los metieron a la fuerza en dos vehículos y los maltrataron "física y verbalmente" antes de dejarlos en otro lugar de la ciudad veinte minutos después, ha afirmado Sánchez, que ya estaba en su casa cuando dio las declaraciones.

"Fui secuestrada al peor estilo siciliano, con violencia verbal, física, llaves de inmovilidad, rodillazos", ha relatado Sánchez sobre el incidente, algo que ha sido confirmado por otros blogueros.

El procedimiento policial fue similar al aplicado frecuentemente a disidentes políticos, en lo que la Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional (CCDHRN, no reconocida por el gobierno) llama "represión de baja intensidad".

Con su blog "desdecuba.com/Generación Y", Sánchez, de 34 años, ha ganado el premio de periodismo digital Ortega y Gasset y el estadounidense María Moors Cabot.

http://www.elpais.com/articulo/sociedad/bloguera/cubana/Yoani/Sanchez/retenida/golpeada/elpepusoc/20091107elpepusoc_1/Tes